¿Te has parado a pensar alguna vez cuales son tus "malos hábitos"?
Acostumbramos a comportarnos de alguna manera en concreto que muchas veces no nos beneficia en absoluto y nuestra salud física, mental y emocional se ve gravemente afectada, aun sabiendo que nuestra personalidad no es así parece que nos gusta enmascararnos para no se qué finalidad, a veces por nuestro ego, sentirnos válidos, mejores, superiores, ocultar nuestros miedos, nuestros sentimientos, por nuestros prejuicios y un graaaan etc.
Os pongo algunos ejemplos para ayudaros a identificar y tomar consciencia de vuestro "mal hábito"
Puede que te levantes ya enfadado sin motivo, permanezcas así todo el día o estés negativo.
Puede ser que pienses mucho en el futuro, en .. y si hago tal cosa... y si tengo.. y si.. y si...
Puede que juzgues a cualquier persona que pase por delante de ti aún sin conocerla.
Puede ser que te guste parecer siempre una persona muy seria o fría.
Puede ser que tengas una coraza puesta por algo relacionado con el pasado.
Puede ser que te enfades a diario con la misma persona sólo por costumbre.
Puede que te moleste todo sin motivo.
Puede que muy a menudo estés triste, ansioso, nervioso y no sepas la razón.
Puede que no puedas dejar de mentir en cosas sin sentido.
Puede que no te sientas capaz de seguir adelante, que te sientas bloqueado.
Puede que yendo al trabajo anticipes situaciones, que luego no surgen.
Puede que siempre tengas excusas para todo y afecte a los demás.
Puede que no te sientas bien contigo mismo por el físico.
Puede ser que no te guste un compañero de trabajo y te comportes mal con el
Puede que te guste aparentar para que no te vean débil.
Puede que no puedas parar de pensar en problemas, incluso los no propios.
Puede que te agobie algo que haces a diario sin ganas.
Puede ser que el estrés no te deje pensar.
Puede que pierdas la motivación con facilidad sobre las cosas que te gusta hacer.
Puede que te agobie está misma lista que has leído.
Puede que no seamos conscientes de todas las cosas que nos afectan, pero nunca es tarde.
¿Has modificado tus "malos hábitos cotidianos"? ¿Lo notas? ¿Crees que los demás no lo notan?
Si has logrado gestionar tus emociones... enhorabuena!!, pero si crees que los demás siguen igual contigo a pesar de tu cambio obsérvate con atención, a lo mejor eres tú misma o tú mismo el qué todavía no es consciente de ese cambio.
Os voy a contar la historia de una paciente llamada Azahar, la cual quiere que se haga saber su historia por si alguien está en la misma situación, porque como dice ella, a veces los demás no te pueden ayudar como lo necesitas o simplemente no te dejas ayudar, no te sirve lo que otros te dan, en algunas personas con fuerte carácter y personalidad surgen muchas veces pensamientos como... yo se cómo hacerlo sólo! no necesito a nadie! puede ser que si en algunos casos, pero en la mayoría desafortunadamente no lo es.
Azahar era una chica con una infancia bastante difícil, llena de conflictos familiares, pérdidas y adversidades escolares, esto aparentemente no parecía que la influyera para su vida cotidiana en esa etapa de su vida, pero con los años se dio cuenta de que si, sus comportamientos, su falta de gestión emocional y sus reacciones la jugaban malas pasadas hasta el punto de llegar a despertar su frustración, aversión a personas cercanas, rencor, enfado e ira.
A nadie nos han enseñado desde pequeños a observar nuestras emociones, tan sólo desde hace unos años es cuando se está tomando consciencia de esto, sobre todo por las consecuencias que conlleva ir guardando en nuestro interior día tras día, año tras año y llenarnos como dicen muchas personas... la mochila de piedras, que no es otra cosa que emociones retenidas las cuales nos hieren y hacen sufrir cada vez más si no las sabemos atajar.
Di las cosas que te molesten, cuando te molestan y no cuando te harten; así podrás expresarlo con tus mejores palabras y no con tus peores ofensas.
Cuando conocí a Azahar llevaba una vida feliz según ella lo percibía, un hogar confortable, una pareja encantadora, con una vida social muy variada y activa, con un trabajo estable hacia años que la apasionaba, pero con muchas responsabilidades a su cargo y un estrés tremendo por su entrega total a la empresa, se preocupaba porque las cosas estuvieran siempre correctas y en orden, era tan autoexigente y tan autocrítica que ni siquiera era capaz de desconectar cuando salía por la puerta de la empresa pensando en que no le había dado tiempo a terminar esto o lo otro, eso la llevaba a pensar que no era lo suficientemente valida para ese puesto, cuestionando así muchos aspectos de ella, llegaba a soñar por las noches con sus tareas pendientes del próximo día, o cómo organizarlo para ganar tiempo al día siguiente y si se permitía el "lujo" de procrastinar, dejando cosas pendientes para otro momento porque intentaba siempre priorizar sus tareas, se criticaba en exceso ya que creía que podía tener todo perfecto y bajo control, no se podía permitir fallos o errores, era una situación agotadora de alerta constante.
Su relación con los compañeros era muy cordial y respetuosa aunque siempre surgía algún conflicto que otro por pequeño que sea, algo habitual que nos puede pasar a cualquiera. Trabajaba en un departamento de una multinacional de prestigio donde casualmente todos sus compañeros y superiores eran hombres y en un ambiente sólo de hombres y sin ninguna mujer más a su alrededor se sentía totalmente incomprendida, además tenia que aguantar algunos comentarios muy machistas de algunos compañeros que eran mucho más mayores que ella, la trataban cómo una niña, cómo alguien inexperta que no era apta para ese puesto que esa misma persona quería alcanzar y eso la ponía en duda su valía y autoestima, la cual se veía afectada en muchas ocasiones.
Ella decía que podia aguantar eso y más, que había aprendido desde pequeña a ser fuerte, a no rendirse, a no someterse a nada ni nadie.
Pero un buen día y sin motivo empezó a sentirse mal, con dolores de estómago, sensaciones de ahogo, falta de concentración, angustia y otras molestias que desencadenaron en 10 largos e intensos años con ansiedad y problemas digestivos.
La relación con sus amigos nunca había cambiado, siempre había sido muy buena, pero algunas veces no era capaz de disfrutar como ella quería junto a ellos, la ansiedad la limitaba hasta en los buenos momentos acompañada de gente querida o disfrutar incluso de unas vacaciones en las que sólo tenia que preocuparse del descanso, de la experiencia y disfrute.
Ella intentaba no mostrarse mal en casa ya que podría repercutir en su relación de pareja, tenia que estar dispuesta para su lucha interior a diario y en todo momento, tenia que tener lista su mascara de... "está todo perfecto", muchas veces se mostraba pasiva para no alterarse aunque por dentro estuviera angustiada, con exceso de preocupaciones, (eso no es gestión, eso es resistencia a la emoción), pero el estar así lo único que le traía eran pensamientos cada vez más autodestructivos y emociones cada vez más repetitivas, intensas y dolorosas.
Azahar lo describía como un callejón sin salida, como estar atrapada en la mano de un gigante, la pensaba la cabeza sola, tenía la sensación de que había perdido su camino hace tiempo, de que se había quedado anclada en el pasado, no sabia en qué momento pasó, si habían pasado meses o años, estaba a punto del colapso de tanto darle vueltas a las cosas y pensando una solución.
Ella no era consciente de que...
LO QUE NIEGAS TE SOMETE Y LO QUE ACEPTAS TE TRANSFORMA
Reflexionar y aceptar el o los motivos de esa situación era una perdida de tiempo, ella no era consciente muchas veces de sus contestaciones, del tono en que las decía, de mostrarse tan iracunda y de ponerse nerviosa en cuanto se sentía juzgada, incluso cómo podrían ayudarla a encontrar el camino de nuevo en caso de pedir ayuda profesional, muchas veces lo había pensado, pero sus prejuicios por lo que de toda la vida se ha oído, de que "si vas a un psicólogo o psiquiatra estas mal de la cabeza", también la frenaban los juicios que podrían hacer los demás por este mismo motivo, el típico... "qué dirán", así pasó años, sufriendo síntomas muy desagradables y con una gran lucha interna innecesaria.
Está situación la llevaba a perder la paciencia en muchas ocasiones, a mostrarse cómo ella no era en realidad, como si se hubiera vuelto otra persona, como si la hubieran cambiado el cerebro, antipática, fría, carente de sentimientos y borde. Su médico la recetó varios fármacos pero al final llegaba a crear tolerancia y todos la daban el mismo resultado, simplemente disfrazaban y atenuaban los síntomas, pero la ansiedad seguía ahí.
Un día especial de celebración, fue con su familia a una playa al anochecer y cada uno echó al mar una barquita de papel iluminada con una pequeña vela, cada barquita iba acompañada de un mensaje personalizado, unos pedían un deseo, otros escribieron un poema y ella fue consciente en ese momento de lo que necesitaba, su deseo fue encontrar la forma de que la ansiedad bajara de intensidad o llegara a desaparecer y le dijo a su pareja... voy a buscar ayuda, para que me guíen y pueda encontrar el sendero a mi camino de nuevo, a ser yo y que podamos disfrutar juntos.
Unos días más tarde se puso en contacto con una Psicóloga clínica, donde asistió a sesiones de terapia basada en Mindfulness durante un tiempo y asistiendo conmigo a sesiones de Reiki, meditación y coherencia cardíaca. Todo un trabajo en equipo entre psicología, terapias alternativas y por supuesto la fuerza de Azahar para salir adelante, siendo muy disciplinada en las indicaciones y en su trabajo diario.
Para acompañar su tratamiento asistió a varios cursos de crecimiento personal, gestión emocional con Mindfulness y se inicio conmigo en nivel I de Reiki para poderse tratar ella misma a diario, todo esto hizo que ella fuera viendo las cosas desde otra perspectiva, así es como poco a poco lograba encaminarse y redescubrirse.
Azahar acepto su ansiedad y gracias a eso pudo aprender a gestionar sus emociones, trabajar la resiliencia, practicar la meditación a diario y muchas cosas más que han hecho su transformación personal.
Ahora se siente más tranquila, ha recuperado su autoestima, es una persona como era antes volviendo de nuevo a su camino, a su vida, está muy feliz y orgullosa de haber dejado a un lado el ... "que dirán"y haber tenido la experiencia de pedir ayuda a un profesional.
Todos necesitamos que nos tiendan una mano en algún momento de nuestras vidas, todos sufrimos por algo.
Hace unos días Azahar me comentó que en su trabajo últimamente la hacen repetir mucho cosas que dice por que dicen que no la oyen bien, ella decía que no estaba segura si seria por incomodarla y le dije ... ¿has pensado que puede que con tu cambio, el estar tú más tranquila, que has cambiado hasta el tono de tu voz, hables más bajo y la gente no te oiga bien?, ella me dijo que no lo había pensado, que si es así no era consciente y que lo iba a observar, y efectivamente así era, de su tono anterior a éste hay una diferencia considerable.
Como os decía al principio de ésta historia, a lo mejor aún no sois conscientes de vuestro propio cambio de hábitos.
Quiero añadir algo sobre la ansiedad que le ayudó mucho a Azahar.
Todos pensamos que la ansiedad es algo terrible, la sentimos como una amenaza, como si corriera peligro nuestra vida, nos bloquea y estamos en constante sistema de alerta de lucha o huída segregando cortisol y disparando nuestros neurotransmisores perjudicándonos a nosotros mismos, a nuestro cuerpo y a nuestra mente, pero esa amenaza, ese miedo muchas veces no es real, son preocupaciones cotidianas, prisas, pensamientos negativos, son muchas veces emociones retenidas o mal gestionadas.
La ansiedad es tu amiga, ¡en serio os lo digo! Se que muchos diréis... ¿pero está mujer que dice? si la ansiedad es lo peor, es horrible, temible, cruel y despiadada, viene para molestarme y hacerme daño.
Nos equivocamos con ella, la ansiedad llega cuando estamos saturados, cuando pensamos excesivamente en el futuro, cuando no paramos de preocuparnos, de sentirnos amenazados sin motivo.
En principio llega de manera sutil, casi no la notamos, así que no la atendemos.
Después se hace notar un poco más a ver si la hacemos caso y como todavía no nos encontramos muy mal, seguimos a lo nuestro haciendo caso omiso a nuestras molestias corporales, sensaciones y emociones, sin poner atención en si tenemos que modificar algo en nuestras vidas, como buscar un momento para relajarnos porque trabajamos mucho, no adelantarnos a situaciones futuras, o simplemente disfrutar del momento diario de un agradable baño para calmarnos, parece como si no quisieramos parar, como que podemos con todo.
Hasta que un buen día ya la notamos en exceso, nos sentimos excesivamente ansiosos, agobiados y bloqueados, con miedos y pensamientos repetitivos que nos llegan a obsesionar, ahí es cuándo ella ha tenido que manifestarse así para que seamos conscientes de que alguna conducta, algún hábito, algo tiene que ser modificado y lo único que tenemos que hacer es estar con ella, atenderla y observarnos con atención, para ese trabajo de introspección es muy importante la meditación, os recomiendo asistir a sesiones de meditación, leer sobre Mindfulness e insertarlo en vuestras vidas.
Algo que digo siempre y que a mi misma me costó comprender en algunos momentos difíciles de mi vida es...
Aceptar para avanzar, es un paso esencial.